El orden establecido luego del cambio de sociedades (primitiva-moderna) de ninguna forma se presenta espontáneo dado que de cierta manera la creación de mecanismos de ordenamiento que permiten otorgar algún grado de eficiencia en el funcionamiento del sistema es inducido, así con el propósito de direccionar el funcionamiento de la sociedad se crean aparatos de imposición, asimismo se elaboran estrategias de poder[1], lo que en otras palabras podríamos denominar como agentes de encauzamiento de conducta social, el poder actúa de este modo como una suerte de estructura de cohesión interna que otorga parámetros de comportamiento en beneficio de un funcionamiento optimo.
Así la vida moderna con sus vertiginosas e intrincadas realidades ha llevado al ser humano hacia una realidad individual que de alguna manera se presenta negativa considerando la destrucción de las relaciones sociales. Producto de la “modernidad” los núcleos o espacios externos de socialización inherentemente se han perdido.
El hogar/prisión se manifiesta como el único lugar real de convivencia reduciéndose así a espacios temporales relacionados generalmente con alimentación, ocio y descanso. Entonces “la villa” se reduce a la unidad familiar, “el barrio” se desfragmenta y subyuga ante la inseguridad de la calle, el vecino se transforma en un ente inmaterial y etéreo que naturalmente se desconoce, practicas tales como la platica informal callejera (cahuín) desaparecen.
Esta realidad individual acoge de manera real nuevas formas de convivencia. Antes el cahuín otorgaba conocimiento de la realidad del otro, el pelambre guiaba la existencia generando lineamientos de comportamiento, de cierta forma permitía observar y compararse al resto, a tu vecino, al Otro. Hoy la realidad es relativamente distinta.
El espacio para el cahuín y el pelambre, fue ocupado por Diarios y programas de televisión relacionados con El Espectáculo, derechamente con farándula. La vida del vecino es desconocida, enmarcada dentro de las rejas que protegen su casa, entonces el otrora cahuín de barrio se transforma en un cahuín de famosos; La vidas de los famosos, las experiencias de las figurillas mediáticas que danzan en la TV, son conocidas, cercanas y tangibles. El Programa o el Diario se transforma en el interlocutor fiable de la antigua platica informal callejera.
Aunque son criticados y vapuleados por círculos intelectuales o simplemente por individuos que necesitan otro tipo de entretención, con un grado cierto de razón, es innegable el nivel de audiencia que determina efectivamente el éxito económico de estos programas y publicaciones. Creo que este éxito puede estar relacionado con el Individualismo Moderno.
Evidentemente existen factores que a juicio de algunos, pueden resultar más importantes que éste en el fenómeno de la farandulización de la existencia, se puede traer a colación conceptos como “cultura de la idiotez”, “ingenuidad conciente” y otros. Pero de alguna manera todos apuntan a una idea general que esta relacionada con mantener de forma activa y direccionada la pasividad colectiva con el fin de reproducir el statu quo, y hablar de ello..........en otra oportunidad.
Así la vida moderna con sus vertiginosas e intrincadas realidades ha llevado al ser humano hacia una realidad individual que de alguna manera se presenta negativa considerando la destrucción de las relaciones sociales. Producto de la “modernidad” los núcleos o espacios externos de socialización inherentemente se han perdido.
El hogar/prisión se manifiesta como el único lugar real de convivencia reduciéndose así a espacios temporales relacionados generalmente con alimentación, ocio y descanso. Entonces “la villa” se reduce a la unidad familiar, “el barrio” se desfragmenta y subyuga ante la inseguridad de la calle, el vecino se transforma en un ente inmaterial y etéreo que naturalmente se desconoce, practicas tales como la platica informal callejera (cahuín) desaparecen.
Esta realidad individual acoge de manera real nuevas formas de convivencia. Antes el cahuín otorgaba conocimiento de la realidad del otro, el pelambre guiaba la existencia generando lineamientos de comportamiento, de cierta forma permitía observar y compararse al resto, a tu vecino, al Otro. Hoy la realidad es relativamente distinta.
El espacio para el cahuín y el pelambre, fue ocupado por Diarios y programas de televisión relacionados con El Espectáculo, derechamente con farándula. La vida del vecino es desconocida, enmarcada dentro de las rejas que protegen su casa, entonces el otrora cahuín de barrio se transforma en un cahuín de famosos; La vidas de los famosos, las experiencias de las figurillas mediáticas que danzan en la TV, son conocidas, cercanas y tangibles. El Programa o el Diario se transforma en el interlocutor fiable de la antigua platica informal callejera.
Aunque son criticados y vapuleados por círculos intelectuales o simplemente por individuos que necesitan otro tipo de entretención, con un grado cierto de razón, es innegable el nivel de audiencia que determina efectivamente el éxito económico de estos programas y publicaciones. Creo que este éxito puede estar relacionado con el Individualismo Moderno.
Evidentemente existen factores que a juicio de algunos, pueden resultar más importantes que éste en el fenómeno de la farandulización de la existencia, se puede traer a colación conceptos como “cultura de la idiotez”, “ingenuidad conciente” y otros. Pero de alguna manera todos apuntan a una idea general que esta relacionada con mantener de forma activa y direccionada la pasividad colectiva con el fin de reproducir el statu quo, y hablar de ello..........en otra oportunidad.
[1] Considerando que se puede llamar estrategia de poder a la totalidad de los medios puestos en funcionamiento para implementar o mantener el poder de forma efectiva
