lunes, diciembre 21, 2009

La insoslayable realidad, perenne, perpetua, inmutable.




Suelo ser uraño, intolerante, a todas luces machista y desconfiado. La vida de alguna manera se ha encargado que vea la realidad de esta perspectiva, no me esforzaba por cambiar. El empeño de mirar cada día este mar de incertidumbres injusticias y malas prácticas se me hacía imposible. Creer en la pureza del alma y en la bondad de las acciones me parecía un irrisorio sentir de niño.

Poco a poco este modo de mirar, de sentir y hasta de soñar se fue transformando en una esperanzadora epifanía llena de motivos. Algo así como la paloma de Victor Jara en “ El Arado”, la paloma reemplazó casi sin darme cuenta, al oscuro cuervo de Poe, al maldito Anticristo de Nietszche y al insaciable lobo de Hobbs. Comencé a sentir esperanza, a creer, si no en la bondad inconmensurable del hombre, en una universal fuerza creadora de bien y justicia. Hasta creí en que todo estaba en mis manos, en nuestras manos, en todas las manos que actuaran igual. Creí que estos principios eran supranaturales y atemporales, miraba el espacio creyendo que el principio del cambio estaba más cerca, cada día más cerca, el motivo de la lucha estaba ahí…esperando….esperando.

“El tiempo te dará la razón…”, escuché decir en más de una ocasión. Sin embargo el tiempo se olvidó, no consideró mis deseos ni el nuevo halo de esperanza que en brisa se expresaba en cada uno de mis actos. Una cruel cachetada reconfiguró ese nuevo modo de pensar y echó por tierra la esperanzadora paloma que debía emprender vuelo.

Desconfianza, apatía, individualismo, aislamiento, intolerancia y machismo suman como agregados a esta receta para desenvolverse de buena forma en este difícil mundo.

¿Luché?...si, respondo tajantemente, pero el medio destruye, socava y pulveriza cada actitud que busca modificarlo. Y finalmente, creo, eso es lo que mas duele