jueves, octubre 30, 2008

Un poema de Dylan Thomas

Y LA MUERTE PERDERÁ SU DOMINIO...

Y la muerte perderá su dominio.
Los muertos desnudos serán un solo muerto.
Con el hombre en el viento y la Luna de occidente;
cuando se descarnen los huesos y desaparezcan los huesos.
Donde hubo codos y pies aparecerán estrellas.
Y aunque se sumerjan en profundas aguas tendrán que resurgir.
Y aunque los amantes se extravíen perdurará el amor.
Y la muerte perderá su dominio.

Y la muerte perderá su dominio.
Bajo los remolinos del mar
aquellos que yazgan largamente no morirán en la tempestad
retorciéndose en el tormento, cuando cedan los tendones
atados a una rueda no podrán destrozarse;
entre sus manos la fe se romperá en dos
y el Unicornio del mal los atravesará.
Y hendidos por todas partes no se desmembrarán.
Y la muerte perderá su dominio.

Y la muerte perderá su dominio.
Nunca más las gaviotas gritarán en sus oídos
o se romperán las olas tumultuosamente en la ribera;
allí donde se abrió una flor nunca más otra flor
ofrecerá su cabeza a los golpes de la lluvia.
Y aún locas o muertas como clavos
atravesarán la margaritas con sus cabezas de señoras;
irrumpiendo sobre el Sol hasta que el Sol se desprenda.
Y la muerte perderá su dominio.

Por: J. F. Rekabarren

lunes, octubre 27, 2008

Dicen que cuando se unen dos miradas
de personas, por el tiempo separadas
en una estrella muy distante,
esta es vuelve más brillante

En este mundo cada vez más triste
los sueños se buscan cada vez lejos,
cada vez más lejos, allá en el cielo
y pensar que el cielo eran tus besos

Las estrellas son luces del pasado
que brillan frías en taciturno espacio
yo me fijo en una y la miro despacio
que haría por volver a tener tus labios


El cielo no esta lejano, esta muy cerca
solo hay que levantar la cabeza y mirarlo
Él que lo tiene cerca y no lo descubre
cuando esta lejos no lo encuentra

Te puedo ver libre volando en un espacio ilimitado
espacio forastero de todos, sólo para nosotros dos
la oscuridad del cielo se transforma en un verde prado,
mientras el sol nos acaricia suavemente la piel
y nuestras ideas flotan tenuemente hacia el futuro.

Chatel

lunes, octubre 20, 2008

Vida de Perros




Pensaba que se llamaba Alberto, pero con el tiempo me enteré que su nombre real era Freddy. Nunca he sido amante de los perros, al contrario, sus ladridos me molestan, al igual que sus desesperadas demostraciones de afecto hacia el primero que les toma en cuenta. Tal vez por eso siempre he simpatizado más con los gatos, se adaptan más a mis necesidades, animal distante y estepárico.

A pesar de todas estas aprehensiones, a este perro lo estimo. En muchas tardes post Universidad, en esas tertulias junto a un gran amigo, donde se suponía que arreglaríamos el mundo sentados en un banco observando el ir y venir de personas, mientras dejábamos pasar tiempos preciosos, este perro vago aparecia de la nada, cual visitante intempestivo, que nos hacía volcar de inmediato la conversación hacía él. Nos quejábamos de nimiedades, pero ese perro si que estaba abandonado. Su característica pata quebrada, su hocico un tanto chueco, y en definitiva su aspecto lastimero, obviamente conmovía incluso a quien no simpatizaba con los canes. Pasó el tiempo, incluso años, y el perro seguía apareciendo en conversaciones de cervezas y rock and roll, jamás lo olvidamos. Cada vez se le veía menos, tal vez porque los espacios que en su tiempo eran comunes hoy son menos visitados. Sin embargo, saber que aquel perro que nos hacía virar nuestras individualistas conversaciones de antaño está mejor, repuesto, bien alimentado, incluso con hogar, me hace pensar que hasta el más desdichado puede pasar de días nublados y fríos, a tardes primaverales con olor a jazmín.

Suerte Alberto, de verdad merecías vivir tranquilo tus últimos años.

Rodrigo