miércoles, diciembre 13, 2006

Identidad y Nación


La palabra identidad, según la Real Academia Española, esta caracterizada por un sustrato etimológico siempre ligado a rasgos propios, a caracterizaciones, que hacen de un individuo o colectividad conciente de si mismo, por lo tanto distinto a los demás.
La identidad como rasgo característico se crea, se modela, de alguna manera se construye. Esta construcción a nuestro modo de ver tiene una estrecha relación con un elemento que se presenta utilitario, dicho aspecto se constituye como forjador de identidad; hablamos del Nacionalismo, “la fuerza política mas poderosa del siglo veinte, quizás sea la mas poderosa del siglo veintiuno”[1]. Decimos utilitario por que de alguna forma este factor crea identidad, constituye una pragmatización de componentes aglutinadores de rasgos distintivos, decimos utilitario porque puede ser manejado, como dice Benedict Anderson, es producto de las clases dirigentes para poder seguir en control, por lo tanto se manifiesta como “Imaginario colectivo”[2], así creado, de alguna manera fabricado. El Nacionalismo es una expresión profunda que ha adquirido durante la Historia consideraciones malignas, de la identidad humana, producto de radicalizaciones y polarizaciones, pero también constituye un fenómeno positivo, en tanto factor aglutinador y que hace posible el desarrollo de una identidad determinada. Constituye una fuerza avasalladora, perteneciente como fenómeno al siglo XX, el nacionalismo destruyo el imperialismo occidental y el sistema colonial, y también destruyo los dos internacionalismos ideológicos que han sido los fenómenos políticos distintivos del siglo XX, hablamos del Leninismo y el Nazismo. La política contemporánea esta profundamente signada por los esfuerzos para alcanzar la organización nacional de la sociedad por alguna nueva forma de orden internacional, sea benigno o no, ha convulsionado la historia de este siglo. De esta forma, a la vera del sentimiento nacional han surgido propulsores idealistas que de alguna manera, en este elemento vieron, una posibilidad de encausar sus ideas como proyecto de Nación con el fin de constituir un estado homogéneo y cohesionado.
(Wenthandt)
[1] William Pfaff, “La ira de las Naciones”, Editorial Andrés Bello, Santiago de Chile, 1994.
[2] Idea abordada por Anderson en su libro “Comunidad Imaginada”.