viernes, marzo 28, 2008

Mar


El mar durante mucho tiempo ha significado para el hombre más que la sola presencia explicita que simboliza su enorme densidad, más que una masa azul en constante movimiento de ir y venir, más que universalidad de vida, y más que alimento propicio.
El mar encierra en su existencia un fulgor emancipador, creador de conciencia y realidades.
Sin embargo durante años resultaba ser una barrera infranqueable, que mantuvo al hombre en un estado de letargo casi absoluto, era una venda que impedía ver nuevos mundos, constituía finalmente un freno a las posibilidades de alcanzar conocimiento. Es la etapa de Ficción, donde surge desde sus entrañas tritones, sirenas y seres fantásticos que circundan sus profundidades y que de alguna manera resguardan los secretos que se contienen en èl; impedían de esta forma atravesar su cuerpo, restringían las posibilidades de dominarlo. De alguna manera, el océano surgía como una figura terrorífica, maligna y en ningún caso benevolente, arremetía con furia contra todo aquel que osara enfrentarlo. El conocimiento del mundo estaba supeditado a su clemencia, es decir, la existencia del hombre estaba condicionada a la presencia del Mar.
Entonces la “ficción” aparece como una forma de legitimar la inoperancia del hombre con respecto al régimen subyugante de la naturaleza, las barreras geográficas que imponía azarosamente el globo surgen como personificaciones antropomórficas poderosas que efectivamente desean la destrucción del hombre. Antiguas historias reflejan esta realidad, la obra clásica de Homero, “Odisea” expresa claramente lo mencionado y de alguna manera ejemplifica la visión fantástica sobre el Mar, el Canto V Parágrafo 285 y 286 rezan lo siguiente:
285
“El poderoso Poseidón, que sacude la tierra, regresaba entonces del país de los etíopes y vio a Odiseo de lejos, desde los montes Solimos, pues se le apareció navegando por el ponto. Encendióse en ira la deidad y, sacudiendo la cabeza, habló entre sí de semejante modo”:
286
“—¡Oh dioses! Sin duda cambiaron las deidades sus propósitos en orden a Odiseo, mientras yo me hallaba entre los etíopes. Ya está junto a la tierra de los feacios, donde es fatal que se libre del cúmulo de desgracias que le han alcanzado. Creo, no obstante, que aún habrán de cargar sobre él no pocos males”.
De alguna forma el hombre estaba determinado por la odiosidad de Poseidón, a quien efectivamente el hombre otorgaba responsabilidad por la ineficiencia de su tecnología que no le permitía circunnavegar el mundo, limitando su conocimiento. Este señor de los mares y mandamás de las profundidades era el responsable absoluto de lo reducido del universo humano. Existía entonces una suerte de necesidad, impuesta por el contexto, a responsabilizar al ambiente por lo vivido, negando de manera tajante la responsabilidad propia. Las características de Poseidón revelan claramente la concepción que tenía el hombre antiguo sobre el mar: irritabilidad, odiosidad, personalidad temperamental, ambivalencia en sus decisiones; explican la visión subyugada al hado, el hombre seguía estando determinado por la providencia, configurando un escenario fuera el control humano; todas estas características revelan el estado alienado y limitado del hombre por el factor naturaleza representado explícitamente por el Mar.
El mar contiene en su existencia, hasta este momento, una particularidad que se relaciona con una concepción reduccioncita y conservadora del hombre. De alguna manera el entorno era responsable del vivir limitado del ser humano, a fin de cuentas esa era la realidad, las cosas siempre habían sido así, de tal forma, cualquier intento de cambiarlas o de siquiera intentarlo, debía ser rápidamente destruido por Poseidón, personificación antropomórfica de la esencia marina. Sin embargo esta esencia marina se transforma, el estado mental del hombre evoluciona, el control de la naturaleza está ad portas, lo que condiciona un nuevo “ethos”, un nuevo amanecer del mundo. El mar como figura endiosada y mitificada, cuyas características determinaban el existir humano caen para siempre, nunca volverán a surgir teles limitantes.

1 comentario:

Anónimo dijo...

1) quien o qué es eso de zololkis ¿ a caso es un virus??
2) lo del Mar. Es cierto el mar durante muchos años fue inmensidad densa e impenetrable, parecía ser una advertencia de la naturaleza para que el hombre con su codicia no interviniera ecosistemas más allá de su lejana y abstracta comprensión (europeos en América).
Sin embargpo hoy en día el mar es una cubeta de agua.Y me sorprende y aterra la noticia que en 50 años más no abrán peces en su habitat natural para el consumo humano.
El mar tan grande para los humildes y tan pequeños para los poderosos. Ojalá la venganza de poseidon sea contra quien se debe.