jueves, abril 03, 2008

Curiosidad


“CURIOSIDAD”


Un manto lo cubría, mas no podía disimular la mancha de sangre que se escapaba por el costado. Definitivamente su muerte no había sido cosa sencilla.

Hace un año lo conocí, hombre viejo con resabios de una existencia sumida en labores difíciles de campo, con la mirada perdida en un lejano horizonte y las manos guardadas en ese oscuro pantalón que siempre llevaba. Digo lo conocí por que es una forma normal de decir: se quien es. Ahí, parado junto a un árbol que le regalaba sombra lo observé por un rato, no se movía ni hacia gestos, esas muecas que de alguna manera le hicieran saber al mundo que estaba vivo, tal vez no era esa su idea. Generalmente eran los martes cuando este extraño personaje aparecía. Martes de feria en el pueblo, esto hacia que las calles atestadas de gente no permitieran transitar con facilidad, cosa que a más de alguno molestaba y en ellos me incluyo. Era un ambiente con aroma a campo y sonidos rurales; él confundido entre sonidos y olores estaba parado como siempre, semana tras semana en el mismo árbol, idéntica situación que terminaba siendo una fotografía cuando yo aparecía. El hombre, el martes de feria y yo. Esta imagen solo duraba unos minutos pero no la necesidad, saber en qué pensaba, qué buscaba, o qué mierda hacia parado todos los martes en ese árbol, era casi enfermizo. Más de alguna vez pregunté si lo conocían o si sencillamente lo habían visto. Era una forma de buscar la respuesta que finalmente calmara aquella necesidad, y no llegaba.
Dentro de mi cabeza la respuesta afloraba. Sangre, misterio y horror eran los protagonistas de la historia: Su hijo de 5 años había sido cruelmente violado y asesinado un día martes hacia ya muchos años, por esta razón la gente no sabia o no recordaba. El asesino escondido entre la gente que colmaba las calles había arrebatado al pequeño de su mano; la saña disimuló cada atisbo de cordura, entre los ruidos de feria los gritos no fueron escuchados y la escena nunca fue vista, al final el rostro ensangrentado y sin vida de su hijo era el cruel registro de lo ocurrido. El asesino impunemente escondido entre la gente había desaparecido. El deseo de encontrar al responsable hacia que cada martes se acercara al pueblo a buscar al hombre que había destruido su vida. De tal manera la historia tomaba forma y los detalles que se escapaban eran solucionados por mi imaginación cada martes. Era la solución que deseaba, esa que calmara el morbo que alimenta siempre la curiosidad, ni la más real ni la más triste, solo la que quería.
Un día, precisamente un jueves las cosas cambiarían, caminaba por Mester que estaba solo como siempre en día jueves, era tarde pero la temperatura no bajaba, a pesar de ser junio cuando aquí el frió destruye los huesos a las siete, sin compañía vagaba por la ciudad.
Como la semana terminaba la importancia del viejo y su problema era casi nula, y mi mente ocupada en otras cosas pensaba, sin embrago la situación cambio rápidamente. En la antigua estación de trenes estaba parado una vez más el viejo junto a un árbol, miraba el horizonte, sus manos en los bolsillos y nuevamente la histeria que provocaba en mí su raro comportamiento despertó. Su hijo, el asesino, la feria, los sonidos de campo y olores rurales estaban en mi cabeza una vez mas, los fantasmas de su trágica existencia se negaban a partir y revoloteaban en mi mente. Fantasmas que solo existían allí, en mi cabeza, cobrando forma y color la trama de la tragedia era una vivencia más, de esas que suele uno contar. De un momento a otro el hombre caminó, cruzó la calle y se acercó a mí. No pude disimular mi nerviosismo, ese hombre tan extraño que causaba una rara curiosidad, que me obligaba a buscar respuestas donde quizá no las existía y que hacia volar mi mente cada vez que lo veía, se acercaba a mi y me hablaba. “Quiero encontrar a mi hijo, se me ha perdido en la feria, tiene cinco años y un hombre es el responsable, lo has visto?”, esas fueron sus palabras. Increíblemente mi historia cobraba vida, ya no estaba solo en mi cabeza. Rara capacidad que hacia la realidad imaginada una historia real. Con el hombre allí frente a mi, debía preguntar y exigir respuestas. Cuando comenzaba a emitir sonidos de interrogación el hombre caminaba junto a una mujer que acompañada de tres individuos vestidos de blanco dirigían a mi personaje a un vehiculo de emergencias. Más dudas, más preguntas surgieron al instante; esa oportunidad no la perdería, “por que lo llevan?, donde lo llevan?”- pregunté- la mirada fría de la mujer fue acompañada de una respuesta clara y precisa: “Al psiquiátrico, este hombre sufre de esquizofrenia severa desde los 18 años”, no contento al instante le pregunté: “Pero su hijo, la feria, él dijo que lo había perdido”, “en ese mundo extraño que construyó habla siempre de un hijo perdido pero nunca existió, encontró la forma de escapar y cada vez que puede huye, siempre lo encontramos en la feria” la respuesta de la mujer se perdía mientras subían al vehiculo. Fue más que una respuesta, fue la destrucción de una historia en palabras de una mujer.

El encuentro en la estación fue hace cinco días. Hoy es martes, entre sonidos rurales y olor a campo el cuerpo del hombre yace en el suelo, de seguro escapó y en su huida se encontró con la velocidad de un automóvil.

FIN.

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