La desnudés del mundo en tus manos temblorosas, la sangre en el cuerpo explotando por todos los poros de la piel, la pérdida de lo que algunos denominaron razón y que según esos mismo no se puede perder.
Los cabellos ahorcando tu cuello, en el silencio de los gritos lanzados en la oscuridad del placer que mata y nace, que mata y nace.
El sudor que convertido en mar te ahoga unos segundos hasta que aprendes a nadar abrazado y después la carne muerta queda, hasta que sea revivida nuevamente y todo el rito comience otra vez.
J. F. Rekabarren
Los cabellos ahorcando tu cuello, en el silencio de los gritos lanzados en la oscuridad del placer que mata y nace, que mata y nace.
El sudor que convertido en mar te ahoga unos segundos hasta que aprendes a nadar abrazado y después la carne muerta queda, hasta que sea revivida nuevamente y todo el rito comience otra vez.
J. F. Rekabarren
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